¿Qué es el Día Mundial de los Humedales?
El 2 de febrero de cada año es el Día Mundial de los Humedales y en él se conmemora la fecha en que se adoptó la Convención sobre los Humedales, el 2 de febrero de 1971. Desde 1997, todos los años organismos oficiales, organizaciones no gubernamentales y grupos de ciudadanos de todos los niveles de la comunidad han aprovechado la oportunidad para realizar actos y actividades encaminados a aumentar la sensibilización del público en general acerca de los valores de los humedales y los beneficios que reportan en general y la Convención de Ramsar en concreto.
Los humedales tienen efectos directos y positivos para la salud humana ya que proveen alimentos, agua limpia, productos farmacéuticos, etc. Los efectos negativos directos de un mal manejo de los humedales se traduce en el deterioro de nuestra salud e incluso en la pérdida de vidas -por ejemplo, debido a los efectos de enfermedades relacionadas con el agua, quema de turberas, inundaciones o contaminación del agua. Nuestro objetivo es hacer hincapié en que la fuerte relación que existe entre unos ecosistemas de humedales que funcionen de forma cabal y la salud humana pone de relieve la importancia de contar con estrategias de manejo que apoyen tanto la salud de los ecosistemas de humedales como la salud de las personas. Y también que los costos de un manejo deficiente pueden ser altos: las enfermedades relacionadas con los humedales, por ejemplo, cada año se cobran las vidas de más de tres millones de personas y llevan el sufrimiento a muchas más.
Bien manejados, nuestros humedales seguirán proporcionando alimentos que nos mantengan sanos, pero hay muchas actividades humanas que afectan negativamente a la capacidad de los humedales para seguir proporcionándonos bienestar. La contaminación, la extracción excesiva de agua, el saneamiento deficiente, la sobreexplotación y, por supuesto, la destrucción de humedales, todos ellos son factores que reducen o destruyen la capacidad de los humedales de brindar alimentos para el consumo humano.
Particularmente preocupante es el hecho de que todavía hoy existan 2.600 millones de personas que carecen de acceso a un saneamiento adecuado; y cuando al saneamiento deficiente se añade la contaminación microbiana del agua potable que proporcionan los humedales, sobrevienen enfermedades y, a veces, pérdidas de vidas.
Los humedales funcionan como filtros o trampas para muchos patógenos: cuando el paso del agua a través de los humedales es suficientemente prolongado, los patógenos pierden su viabilidad o son consumidos por otros organismos. Se están construyendo humedales artificiales en zonas urbanas y rurales con objeto de que ejerzan precisamente esa función y de este modo eviten que las aguas residuales no tratadas lleguen a humedales naturales que se utilizan como fuente directa de agua potable.
Si bien el paludismo y las enfermedades diarreicas son las enfermedades que tienen mayores repercusiones en el ser humano, a éstas podríamos añadir los efectos debilitadores de otras enfermedades relacionadas con los humedales, como esquistosomiasis, encefalitis japonesa, filariasis, oncocercosis y otras. Las enfermedades diarreicas se pueden controlar mediante el abastecimiento de agua potable, buenas prácticas de saneamiento y educación en materia de higiene. Las aguas residuales humanas deficientemente tratadas contienen patógenos que son una causa principal de infecciones diarreicas, y los humedales (tanto continentales como costeros) pueden ser un importante mecanismo de transporte para esos patógenos cuando el saneamiento es deficiente. En el pasado, una idea impulsora para la destrucción de humedales fue controlar el paludismo, especialmente en Europa, pero ello ha conducido a la pérdida de servicios esenciales de los ecosistemas, como son proporcionar agua y alimentos, y hoy en día ya no se considera una opción. Las soluciones que funcionan actualmente, al menos en algunas zonas, van desde el empleo de peces que consumen la larva del mosquito y larvicidas bacterianos que los matan sin afectar a otros organismos, hasta unos mejores diseño, manejo y reglamentación de represas y sistemas de riego y sistemas de drenaje de aguas que reduzcan sus sitios de cría.
Los impactos directos e inmediatos sobre la salud humana incluyen la pérdida de vidas, lesiones y, en un período de tiempo muy corto, la falta de agua potable y la destrucción de los sistemas de saneamiento, lo que se traduce en otro conjunto de amenazas a la salud humana -diarrea, cólera y otras enfermedades mortales relacionadas con el agua. Las recientes inundaciones en algunos países también ofrecen un entorno perfecto para los mosquitos portadores del paludismo. Finalmente, están los efectos a largo plazo para la salud mental, como son la ansiedad y la depresión que sobrevienen frecuentemente tras el acaecimiento de una inundación importante.
Si bien no podemos impedir las inundaciones de gran magnitud, lo que sí podemos es asegurarnos de que aprovechamos los servicios de protección contra inundaciones que nos suministran gratuitamente los humedales. Los ríos, lagos y marismas frenan y contienen las aguas de crecida, pero ello sólo es posible si no construimos nuestros centros urbanos en llanuras de inundación naturales y meditamos más sobre las consecuencias más generales de canalizar los ríos y drenar las marismas.
A más largo plazo, la quema de turberas y las actividades de drenaje han conducido a aumentos ingentes en las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo al cambio climático, y esas actividades a menudo también han destruido medios de vida locales.
Aunque éste pueda ser un ejemplo extremo, existen muchos casos en que una reducción dramática en la disponibilidad de agua tiene como consecuencia importantes efectos negativos en la salud humana. En el lago Chad, lago compartido por Camerún, Chad, Nigeria y Níger, el cambio climático, la demanda de agua para el riego corriente arriba y las malas decisiones de manejo en la cuenca han reducido en un 90% el tamaño del lago en los últimos 40 años. El efecto neto sobre los 20 millones de personas, principalmente pescadores y agricultores que dependen directamente del lago, ha sido unos crecientes niveles de malnutrición, lo que a su vez ha dado lugar a una vulnerabilidad mucho mayor ante las enfermedades. Se está llevando a cabo un proyecto importante para invertir la situación.
Sus objetivos incluyen desarrollar investigación de base y aplicada, el dictado de cursos de especialización en todos los niveles educativos, así como actividades de extensión hacia la comunidad local.
PROMAR es una iniciativa esencialmente multidisciplinaria, por lo que procura integrar y apoyar a otros grupos académicos que desarrollen actividades en el área y proveer información técnica a los organismos de gobierno.
La visión que impulsa este programa es la de promover la conservación y el desarrollo sustentable de Mar Chiquita (Córdoba) en su condición de Reserva Provincial, Sitio RAMSAR, Sitio de Importancia Continental para Aves Playeras y miembro de la red Living Lakes. Las acciones propuestas no incluyen solamente el área de la Reserva, sino que también abarca las cuencas hidrográficas de los ríos que alimentan al sistema (ríos Dulce, Primero y Segundo), ya que el adecuado manejo de los mismos es esencial para la supervivencia de Mar Chiquita.
Además tiene un fuerte énfasis en la relación con la comunidad y las instituciones intermedias. Para su implementación, PROMAR cuenta con una Estación Biológica instalada en el área de Mar Chiquita, más precisamente en la localidad de Miramar, la cual sirve de base para todas las actividades que el programa desarrolla en el área de la Reserva.
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